Educación cooperativista

Educar para la cooperación es transformar la conciencia de los cooperativistas

El cooperativismo sin educación cooperativista no pasa de ser una simple actividad mercantilista. De hecho, en muchas oportunidades escuchamos socios llamar “banco” a su cooperativa. Esto se debe a que esos “cooperativistas” necesitan una formación integral y empoderamiento de la filosofía del cooperativismo.

El cooperativismo es libertad. Libertad para ingresar y egresar de su cooperativa, pero sobre todo, libertad para no ser explotado. Libertad para crecer material y espiritualmente. Una buena cooperativa puede medirse por el nivel económico de sus socios. Mientras más deudas poseen estos con su cooperativa, menos  libres son, si los recursos obtenidos no están dirigidos a producir riquezas. Hay cooperativas que no tienen socios, sino almacenes de pobres.  La ley es sabia al exigir a las sociedades cooperativas que destinen una determinada suma de dinero para educar a sus miembros. Esto, sin embargo, no se cumple en  una buena cantidad de cooperativas. Del conocimiento de la filosofía  cooperativista  que posean los socios, dependerá el nivel de desarrollo de la entidad.  Educar a los socios no significa  “darles cursos” y mostrarles una serie de conocimientos aislados, desarticulados de los objetivos y de la filosofía de la cooperativa, sino, empoderarlos del verdadero espíritu de solidaridad y cooperación que debe reinar en toda sociedad cooperativa a partir de la aplicación de los principios  esenciales del cooperativismo.

Así como un socio no puede ser buen dirigente sin los conocimientos necesarios para dirigir, tampoco un socio puede jugar bien su rol si no conoce los fundamentos filosóficos del cooperativismo. La educación cooperativista debe ser integral, y, sobre todo, creadora de conciencia de que la doctrina del cooperativismo es radialmente  diferente a la del  capitalismo “salvaje”. Es preciso que los cooperadores comprendan que nunca podrán hacer buen cooperativismo utilizando para ello  los métodos y acciones del capitalismo.

Educar para la cooperación significa “educar para la solidaridad y la fraternidad”. Esa educación solamente se puede  lograr dentro del marco del espíritu de la doctrina cooperativista, siempre y cuando los cooperadores tengan la debida formación y empoderamiento de esa filosofía. Si las cooperativas, federaciones y confederaciones existentes no destinan recursos para educar a los cooperadores, en poco tiempo habrá un colapso general del sistema, pues la ambición desmedida  y la tentación de algunos, podría hacerles  anteponer los intereses generales  de la mayoría en favor de los suyos propios.

Educar para la cooperación no significa reunir socios y hablarles de determinados tema cada cierto tiempo. Educar para la cooperación significa despertar en el socio la conciencia de la solidaridad y la hermandad. Significa hacerlo participe de la dirección de su empresa.  Involucrarlo en  las decisiones que se tomen. Empoderarlo de los mecanismos para el desarrollo de la cooperativa. Mientras las entidades solidarias no comprendan que educar para la cooperación no significa solo asistir a cursos, talleres, seminarios, etc., sino además, vincular a los socios directamente a la filosofía  cooperativista y a  los mecanismos de producción de su cooperativa,  y además crearles conciencia plena de la importancia de la solidaridad en la producción de riquezas  para vivir con dignidad, el cooperativismo será simplemente otra forma más del capitalismo salvaje.

Educar para la cooperación es transformar la conciencia de los cooperativistas.

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